miércoles, 9 de septiembre de 2009

Tinieblas

En Varsovia, en una mañana soleada, puedes pasear junto a pequeñas o grandes historias de superación, virtuosismo, insurrección, romanticismo trágico... La mayor parte con finales infaustos, pero con un lado conmovedor. Pero aunque la mañana sea soleada, luminosa y radiante, la entrada a la prisión de Pawiak es un inevitable descenso a las tinieblas, sabiendo que lo único bueno es que ahora es un museo.

El mismo camión, al alba y al anochecer, cruzaba sus puertas entre 1939 y 1944 para transportar judíos, disidentes o cualquiera que la Gestapo creyese oportuno. Más de cien mil entraron, y 37.000 fueron ejecutados en el propio lugar. El resto no corrió mejor suerte: desde esta cárcel de Varsovia fueron trasladados a las cámaras de gas en trenes hacinados. Los dibujos, poemas, canciones, juegos... todo con lo que plantaban cara al tiempo se quedó en Pawiak.

Como imagen he preferido poner la del monumento que, a unos doscientos metros de Pawiak, rinde homenaje a la visita que Willy Brandt hizo a Varsovia. El 7 de diciembre de 1970, el canciller alemán se arrodilló en la plaza que ahora lleva su nombre, ante el monumento a las víctimas del Levantamiento del Gueto de Varsovia. Lo hizo por los crímenes que otra Alemania, no la suya, había cometido contra Polonia.

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