viernes, 21 de agosto de 2009

Liverpool

En Liverpool, el tren entra despacio hasta tocar con el tope del andén de Lime Street. Un muro alto, verde y desconchado, el cielo plomizo sobre el techo de los vagones, y los dos o tres minutos que el convoy se toma para recorrer el último kilómetro, te hacen creer que la ciudad va a ser la misma que han grabado en las mentes de medio mundo los documentales sobre unos Beatles jóvenes, con parcas, y en blanco y negro. Nada que ver. Liverpool es una ciudad moderna, joven y, eso sí, fría.

Al menos es fría para el visitante. No debe serlo para los que se pasean en mangas de camisa por Albert Dock o para las que se toman una copa en una terraza en tirantes. A mí me apeteció cenar lentejas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario