sábado, 27 de agosto de 2011

Tengo y su padre

Al padre se le daba bastante bien contarlo. No había forma de saber hasta qué punto era real, pero resultaba creíble. Y aunque tampoco fuera significativo, los detalles tenían vida y su manera de contar era rica en matices. Había partes alegres, partes conmovedoras y partes violentas. Partes fabulosas que dejaban a uno boquiabierto y partes incomprensibles, por muchas veces que las escuchara. Si la vida pudiera medirse por la variedad de sus episodios, podría decirse que la suya había sido considerablemente rica.

No obstante, después de ser contratado como empleado fijo de la NHK, de repente la historia de su padre, por algún motivo, perdía colorido. Lo que le había contado carecía de detalles y coherencia. Es como si para él fuera una simple anécdota que no merecía la pena contar. Conoció a cierta chica, se casó y tuvo un hijo -el cual no era otro que Tengo. Varios meses después de dar a luz a Tengo, la madre enfermó y falleció enseguida. Desde entonces, el padre no volvió a casarse, siguió trabajando diligentemente como cobrador para la NHK y crió solo a Tengo. Hasta el día de hoy. Fin.

1Q84. Haruki Murakami.

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