lunes, 31 de agosto de 2009

Haz algo!

Berlín es grande. Bastante más de lo que dice Lonely Planet. El Berlín imprescindible, de cinco o seis horas, lo he tenido que dejar después de diez. Mañana sigo a partir del monumento a Marx y Engels, hoy hasta arriba de jovenzuelos trepando hasta el regazo de los pensadores.

He respetado, eso sí, las paradas que proponía como obligatorias. Para no amargar con el tono profundo y grave que combina con esta ciudad, no me detendré ni en la Postdamer Platz, ni en el Muro, ni en el sobrecogedor monumento a las víctimas del Holocausto, ni en la Puerta de Brandemburgo, ni en Pariser Platz (aunque Michael Jackson zarandeando a su hijo desde el balcón de un hotel de la plaza bien lo merecía), ni en el Reichstag aunque fuera para describir su impresionante cúpula de cristal y acero… me detendré en el Café Einstein de Unter den Linden.

Y, desde luego, no lo haré para contar que fue propiedad de Henny Porten, estrella del cine alemán que tuvo que huir del país por no querer divorciarse de su marido judío. Lo haré porque, al pedir una cerveza, creí que me habían puesto otra como tapa. Pero no.

Se ve que, no sé de qué manera, había pedido dos cervezas y a la camarera no le pareció una conducta extraña que la relación consumiciones/personas fuera anormalmente elevada. Digo yo que, al menos, podía haber puesto la misma cantidad en una jarra más grande, para evitarme la sensación de bicho raro.

Tampoco estuvo mal, porque me quedaban otras cuatro horas de camino, a paso lento. En Berlín no te sientes idiota haciendo turismo, no sientes vergüenza de que te confundan con un determinado tipo de visitante. No hay familias vociferando y convirtiendo sus vacaciones en un fast food de piedras y rebajas. Eso sí, como en todos los sitios, te puedes encontrar a alguien delante de un monumento, y a alguien más a varios metros diciéndole, detrás de una cámara de vídeo, “haz algo”.

PD1: Me he dado cuenta de que tengo algo de vértigo, lo que casa mal con mi afición a subirme a sitios. En la cúpula del Reichstag y en la catedral francesa de Darmenmarkt sólo podía pensar en el porrazo de aúpa que me podía llegar a dar.

PD2: No creo que debamos llevar al Parlamento Europeo la señalización en los baños todavía. Por el momento no he tenido ningún problema.

PD3: Ahí van unas cuantas fotos, para dar fe de que estoy por aquí.

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